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martes, 4 de diciembre de 2012

El placer culposo del chile



Lo confieso… amo el chile. El habanero, el jalapeño, el poblano, el chipotle… el pequeño detalle es que soy venezolana y cada gracia me resulta en unos labios hinchados y sin sensibilidad por algunas horas, con un ardor en la garganta y unas lágrimas de pendeja en los ojos.

Me pregunto por qué lo hago y sin importar las consecuencias caigo enchilándome otra vez.

¿De donde salió la idea de revolucionar el paladar de esa manera?…nadie puede decirlo, de hecho hay registros que datan de la época pre colonial mesoamericana en los cuales resalta la presencia del chile por lo que esta tortura culinaria sin duda es milenaria. 

“Sin el chile (los mexicanos) no creen que están comiendo” dijo Fray Bartolomé de Las Casas y sin chile yo no sentiría que estoy en México, así de simple

Cualquier plato es susceptible de ser hecho (per sé) o condimentado con chile: el mole, los tamales, los tacos al pastor, las enchiladas, las empanadas, las tortas ahogadas y hasta los huevos rancheros. 

Mi masoquismo durante el último viaje me generó muchas dudas, ¿las lágrimas del “enchilamiento” son manifestación de dolor?, ¿por qué me gusta? ¿por qué sigo?



Indagando un poco sobre el chile descubrí eso y otro tanto. 
 
Resulta que sí, las lágrimas son de dolor, el chile activa un proceso químico complejo que resulta en la excitación de neuro-receptores (o algo así) responsables de transmitir sensación de DOLOR (en mayúscula para que no quede duda). También resulta que ese proceso termina en la liberación de endorfinas que dan la sensación de placer. ¿Qué tal?

Así que sí que duele, pero produce placer… aquí la máxima de “el hombre evita el dolor y busca el placer” entra en conflicto y, en mi caso siempre termina ganando la parte placentera del picoso aditivo. 

No así con los mexicanos a lo que no les pica “sino tantito” (o al menos eso dicen). Las generaciones actuales de mexicanos y mexicanas son entrenadas con dulces que incluyen picante, gomitas bañadas en chile y paletas de helado empolvadas igualmente con ese picoso condimento que los acostumbra a percibir el picor y, con el tiempo, hace que los receptores del picante lleguen a deteriorarse (y así percibir menos la pungencia). 

No sé cómo serán los índices de gastritis en este país pero poco parece importar a esos paladares blindados y estómagos de piedra que se adecuan, aguantan y disfrutan lo que venga. Retando además al comensal foráneo con un "si no te has enchilado es que no has probado suficiente".

Así que señores, somos masoquistas, los mexicanos lo son porque se entrenan para sufrir y los extranjeros lo somos porque sabiendo que no aguantaremos reincidiremos una y otra vez…  


Después de todo creo que la conquista indígena fue hasta más inteligente y duradera que la española… esa adicción al chile nos esclaviza el paladar. 

lunes, 8 de octubre de 2012

Y así empiezan 6 años más…


Amaneció y este Valle que parecía ayer Sodoma y Gomorra, por los tiros, los fuegos artificiales, los motorizados envalentonados y la música desaforada, es hoy un remanso de paz, un desierto en el que pareciera se libró una batalla. 

Después de 14 años de política sin sentido, de verborrea indetenible y de mucho mal hacer, Chávez sigue allí duélale a quién le duela por el favor de más de la mitad del país. 

Henrique Capriles, el David que nos llenó de esperanzas y que nos hizo creer que podríamos librarnos del Goliat, nos dijo ayer que seguiría con nosotros, que no estábamos derrotados y muchos amigos también llenaron mi buzón con mensajes de optimismo. Que se ganaron dos millones de votos y la diferencia cada vez es más pequeña, que ya se sabe que la mitad está descontenta, que esto, que aquello…

Todos estos argumentos, validos y racionales no me quitan la idea de que algo muy malo nos ha pasado, de que algo muy malo está pasando… Después de 14 años de mal vivir, de toques de queda por la inseguridad, de promesas rotas, de droga incontrolada y pareja, de secuestros, de groserías y de degeneración no entiendo cómo todavía se le da la oportunidad a Chávez para que siga destrozando lo poco que queda.

Un amigo escribía en Facebook ayer: “No es por lo mucho que hará Capriles sino por lo que podemos salvar de Chavez” y después de ayer me pregunto… ¿queda algo de este pueblo por salvar aparte de esos 6 millones que hoy estamos como si un pedazo de nosotros hubiera muerto?

¿Qué clase de sado masoquista se ha apoderado de la psique de esos venezolanos para hacerlos reincidir una vez más dándole el voto a la miseria y a la violencia? En 14 años de gobierno lo menos que he visto es justicia social, los desposeídos siguen siéndolo, siguen teniendo su vida miserable, temiendo salir del rancho y viendo cómo hacer para comer…

Creí que podíamos ganar, pensando en la buena campaña de Capriles, en la grandeza del candidato y en la manera en la que asumió el reto, creí que este mal vivir no le gustaba a nadie porque los oigo quejarse en el metro, decir que la plata no les alcanza, que todo está más peligroso y que esto “se lo llevó quién lo trajo”, conté con que 2 más 2 sería para ellos cuatro como lo es para mí.  Se me olvidó que lo que nos ha hecho perder no son las propuestas del candidato opositor, ni los descalabros de Chávez, sino ese pueblo en el que aún germina el resentimiento, esos que no han salido a ver qué otra manera de vivir es posible y que juntos podríamos hacerlo, esos que desde sus carros y apartamentos obtenidos por ser focas descerebradas del régimen ven muy fácil eso de ser Chavistas cuando en realidad tienen de socialistas lo que yo tengo de catira. 

Hoy es otro día, pero para mí no deja de ser el día después en el que, nuevamente, perdimos el chance de virar el timón para no darnos contra el iceberg…

lunes, 17 de septiembre de 2012

Yo voy a votar por Capriles


El voto es secreto pero a mí me han dado ganas de ejercer mi derecho de libertad de expresión y decirte a ti: ni ni, Chavista y opositor, que yo el 7 de Octubre votaré por Capriles.

Votaré por él porque después de 14 años de gobierno no creo que el Sr. Chavez sea capaz de hacerlo mejor y me aterra su capacidad de, con el tiempo, irlo haciendo peor.

Votaré por Capriles porque creo en la alternabilidad del poder como principio democrático y porque pienso que el ser tanto tiempo Presidente del país ha incapacitado al Sr. Chavez a ver los problemas reales.

Votaré por Capriles porque desde hace un buen tiempo lo único que escucho del gobierno es “ellos son los culpables” “majunche” “Chavez y los 10 millones” y no planes para reducir la inflación, el costo de la cesta básica y el montón de muertos que aparecen en los titulares de los fines de semana.

Votaré por Capriles porque así como no me gusta en un partido de futbol que le den un ventajismo absurdo a un equipo y me priven de ver futbol, me cansé de que el CNE sancione a los contrincantes de Chavez y con él se haga la vista gorda impidiéndome disfrutar de una verdadera campaña.

Votaré por Capriles porque no creo que Chavez no sepa que Diosdado tiene un montón de negocios y propiedades, porque creo que él sabe que su familia pasó de ser una familia media- media baja cualquiera a ser la dueña (literal, en tierras) del Estado Barinas.

Votaré por Capriles porque como mujer me indigna que el presidente de MI país esté diciendo públicamente que le “va a hacer el favor” a Condolezza Rice, que “le va a dar lo suyo” a su esposa, entre otros barbarismos sexistas.

Votaré por Capriles porque me cansé de esperar que a la gente de los barrios del Valle le dieran una casa digna, más allá de pintar los ranchitos y ponerle una escuela en terreno inestable.

Votaré por Capriles porque es un candidato electo y no uno impuesto.

Votaré por Capriles porque no soporto que mis amigos se vayan del país obligados por la inseguridad, por las persecuciones políticas y por la falta de oportunidades.

Votaré por Carpriles porque me parece inconcebible que el dinero que pagamos de nuestros impuestos y el que ingresa al país por concepto petrolero sea usado para darle luz al Bronx y no para  cumplir con las metas propuestas en misión vivienda. 

No terminaría nunca de decir todas las razones por las cuales votaré por Capriles...sin embargo la más poderosa es que...
 
Por amor a MI PAIS, yo votaré por Capriles.

domingo, 26 de agosto de 2012

Soy una commuter


Hace un tiempo leí un artículo en el diario español El País sobre los “commuters”, un commuter es aquella persona que emplea una hora o más para llega a su lugar de trabajo. El término se deriva de la palabra “commuting” y aunque en un principio estaba muy ligado al uso de transferencias y varios medios de transporte para completar el viaje al trabajo, ahora se ha generalizado. Un commuter programa su vida en función al tiempo que le toma llegar al trabajo y volver al hogar y tiene una rutina preestablecida tal como: tomar el tren a la misma hora, en el mismo lugar, reconocer en donde se abrirán las puertas o saber cuándo llegará un tren o autobús a la estación. Generalmente tienen su tiempo medido, incluso entre estación y estación y puede que usen un cronómetro para perfeccionar su rutina.  

Cuando leí el artículo me di cuenta en seguida que yo era commuter, sí, una persona que sabe a qué hora debe salir de su casa para llegar al trabajo y qué hora tienen que marcar los relojes en cada paso (entrando a la estación, llegando a la transferencia en Plaza Venezuela, tomando el  bus) para saber que voy a tiempo o si voy dos o tres minutos tarde.

Uso el mismo vagón y casi siempre me encuentro a la misma gente, no tolero el metro sin un  libro y más si hay retraso, tengo caramelos en la cartera por si acaso alguien se desmaya (una vez me pasó) y me encuentro casi todos los días con la mujer grosera, vulgar y obstinada que me dijo mil groserías una vez porque no dejé que se me coleara (colear es ponerse delante de una persona sin haber llegado antes que ella) en la línea (o cola como le decimos por aquí). 

Y Uds. se preguntarán por qué escribo todo esto, pues simple: soy una commuter que gasta DOS horas de su vida diariamente para ir al trabajo y volver a casa pero la verdad es que trabajo a escasos treinta (30) minutos de mi casa. 

En Caracas todos nos hemos vuelto un commuter, los que tienen automóvil, los que van a pie, los únicos que no sufren del tráfico y la congestión de los medios de transporte público son los motorizados, por ahora.

En una ciudad con más de 7 millones de habitantes ubicada en un Valle y, por ende, limitada por montañas, la infraestructura existente (la cual data de hace más de 20 años) se hace pequeña para soportar el tráfico de personas que diariamente transitan por su laberinto. 

Autopistas de tres canales o cuatro cuando mucho, avenidas de dos canales y calles de un canal son parte de nuestro día a día, eso sin contar que una de las arterias viales más importantes (la Autopista Francisco Fajardo) es ruta obligatoria para containers que vienen del puerto de La Guaira y que se dirigen a diferentes partes del país.

El metro, inaugurado en los años 80’ y que ha sido ampliado en los últimos diez años con una estación por año (haciendo un promedio bastante optimista) y equipado con una flota de trenes comprada a España; no se da abasto para la cantidad de usuarios que a precio subsidiado viajan día a día. Los retrasos en el Metro son constantes, vagones y escaleras dañados (de los cuales he escrito hasta la saciedad en este blog).

A la poca planificación vial se suma el precio subsidiado de la gasolina que hace que sea relativamente barato el mantener un automóvil (incluso cuando la importación y producción de los mismos está fuertemente regulada, esto da material para otro post), congestionando a aún más las vías existentes y haciendo de Caracas un estacionamiento.

¿La solución a todo esto? Inversión, inversión para la expansión de las vías existentes, creación de elevados y viaductos, inyección de recursos para realmente repotenciar el Metro de Caracas y, finalmente, una descentralización de las instituciones del Estado para de esta forma desconcentrar las fuentes de trabajo (al menos aquellas que dependen de la Administración Pública) y disminuir los habitantes de una ciudad que geográficamente no puede abarcar más.

Se escribe muy fácil pero sé de antemano que es difícil, sin embargo, creo que en una década algo de esto pudo haberse hecho…

Los dejo…mañana me toca mi rutina de commuter otra vez.