Me encanta ganar… al contrario de lo que dicen por ahí, para mí la
sensación de ganar no es comparable con la de meramente participar. “Lo
importante es competir” siempre me ha parecido el consuelo del perdedor… si
compites es porque tienes altas probabilidades de ganar, porque eres bueno y si
no ganas, lo intentarás otra vez hasta conseguirlo.
Cuando estaba en el LAMUN (Latin
American Model of United Nations) una chica venezolana de otra universidad “consiguió”
mis papeles de investigación y en plena discusión (caucus) la vi con ellos. Esta
chica pasó una sesión entera con mis papeles, todo un día usando mis
argumentos, todo un día mintiéndonos. No la denuncié… quería ganarle, quería mostrarle que a pesar de su trampa
nuestro equipo era mejor.
Ganamos ese año en nuestro comité…
Como amo ganar de buena lid no
entiendo cómo las personas pueden conformarse con “triunfos” amañados, cómo hay
algunos que pueden defender el amedrentamiento a los funcionarios públicos para
que voten de una manera, cómo hay quién no desee abrir las cajas, auditar los
instrumentos de votación y echarle en
cara al otro, al dudoso, que ganaron.
Veo en el Facebook como algunos
se regodean, como unos pocos “celebran”, pero no dejo de ver en ellos a ese niñito
que ve las fichas de scrabble antes de agarrarlas y celebra el haber formado
una palabra con las siete letras… a ese al que le soplan la palabra en el
pictionary y consigue un punto para su equipo, al que vuelve a lanzar el dado
cuando el compañero se va a servir un refresco…
Creer que se gana haciendo trampa
es perder y es reconocer que no se es capaz de ganar de otra forma.