Páginas

domingo, 13 de noviembre de 2016

Mis 62 días sin celular

Poco más de dos meses pasaron desde el día en que, subiendo por vez primera al Humboldt, mi celular dejó de funcionar siendo el primer Samsung Mini S4 del país al que se le diagnosticara formalmente mal de páramo el cual resultó mortal para su tarjeta madre.  

Mi joven celular (para mi estaba apenas entrando en la adultez) me abandonó en este mundo de celulares inteligentes y gente no tanto (sino vean lo que pactó la MUD hace nada…), dejándome desprotegida ante los avatares que se suscitan en este país día a día.

Producto de la zozobra que me embargaba consecuencia de esta pérdida abrupta para la que nadie me preparó y ya recuperada y habiendo buscado un sustituto que mal que bien cumplirá (espero) sus funciones, pensé en dejar testimonio escrito de las cosas más reveladoras en las que caí en cuenta durante estas eternas 1488 horas.

1.       Tu mejor amigo es el celular: en el mundo moderno el celular es tu mejor amigo, y lo es porque es el único que está contigo desde que te acuestas hasta que levantas, se aguanta todo lo que dices (literal), te acompaña a todos lados, te recuerda lo que tienes que hacer y, lo más importante: te ayuda a conectarte con los amigos de carne y hueso. Lejos de creer que la tecnología aleja a la gente, durante estos días me he dado cuenta que la razón de estos dispositivos es acercar a la gente no importa en donde estén.

2.       No me sé casi NINGUN número de teléfono: sí… me sé el de mi casa, el de mi hermana del medio y YA, todos los demás números estaban en mi teléfono. Volví por un tiempo a las agenditas de bolsillo (MIEDOOOO) de esas que tienen un espacio mínimo para que entren la mitad de los números escritos en mi letra Arial deforme tamaño 20.

3.       Y si me roban y no tengo NADA: ¿saben qué dá más miedo? ¡Que alguien te quiera robar y no tengas qué dar! ¿qué choro en este país se va a creer que andas por la vida sin celular?…

4.       Si hice algo y no lo posteé no existe: yo soy la típica intensa en redes sociales “hago, posteo, luego existo”… durante estos 62 días tuve que acostumbrarme a ver una flor maravillosa y no compartirla, a tararear veinte veces una canción sin actualizar mi estatus del Facebook, a salir a la calle sin ver el estado del Metro en Twitter y a no poder ver cómo mis amigos me informan de manera impersonal (a mí y a la humanidad) lo que comieron, qué hicieron y cómo están… fue como una gran pausa en el espacio.

5.       TODOS ven su celular cuando comen más de 5 veces: al no tener el celular en la mano te percatas de que incluso compartiendo una comida en el trabajo TODOS ven ,al menos 5 veces (sí sí… las conté), su celular por motivos diversos. El celular no tiene que sonar necesariamente; es como una patología o mejor dicho un acto reflejo (del que yo debo padecer también).

6.       Es una extensión mejorada de tu memoria: los recordatorios de los cumpleaños de tus amigos, tus datos personales, los documentos que seguramente necesitarás, tu cuaderno de notas, el que te permite validar un dato o nombre en un clic o cuál es la canción que está sonando. El celular es una ramificación más del cerebro que te apoya en miles de tareas.

7.       TODOS asumen que tienes celular y que es inteligente: y por eso nadie llama, nadie envía mensajes de texto. Todas son etiquetas en Instagram, menciones en Facebook, mensajes en WhatsApp por lo que la gente da por sentado cuando te pide el teléfono que se podrá comunicar contigo por esta vía (por ejemplo los proveedores) y los que están enterados de tu pérdida tendrán lapsus mentis constantes.

Y por último… si es tu cumpleaños (que me pasó) no sabrás quién te felicitó sino cuando te sientes a la computadora porque más de la mitad de las felicitaciones hoy en día son virtuales…


Por todo esto y más larga vida a los celulares inteligentes que nos facilitan la vida y nos conectan con la gente. Amén!