Meses atrás un ensayo que escribí sobre diversidad sexual ganó un concurso de La Embajada Américana. El premio del concurso fue un Kindle que, para los desconocedores en la materia, es el libro electrónico de Amazon.
Soy amante de los libros (ese objeto cuadrado con hojas de papel) y desde la aparición de los libros digitales he sentido aversión y el solo hecho de pensar que hay quién los equipare me genera úlcera y migraña (estoy exagerando ). Aun así, dada la escasez de libros, los altos precios de los que hay y la disminución de las importaciones de los mismos en Venezuela, me decidí a probarlo.
Primero tenía que escoger un libro que fuera en sí mismo atrayente. Escogí por recomendaciones de una persona muy querida El Conde de Montecristo.
Luego tendría que evaluar dónde leer, ya que mi locación por excelencia para la lectura es el Metro (no tengo tiempo y aprovecho esas casi dos horas diarias en leer en vez de ver a extraños comportarse como Dios no les manda), tuve que tomar tiempo extra en casa para hacerlo.
Me santigué, pedí perdón a Guttenberg, y a Rómulo Gallegos y a Julio Verne (por ser de los primeros autores que leí) e intenté sumergirme (como siempre) en la trama de Edmundo.
Dumas le ganó a mis prejuicios y logró con su pluma fluida que recorriera ansiosa sus letras en ese aparato electrónico con una avidez voraz.
Terminado el libro, mis impresiones podrían resumirse más o menos en estas:
- El libro electrónico es inodoro: huele a aparato electrónico pues, la sensación de oler el libro viejo o el nuevo (uno de mis pequeños placeres) desaparece totalmente.
- Tiene una capacidad casi infinita: realmente no es infinita, pero pareciera. Y es que cuando se puede almacenar El Conde de Montecristo, Las Mil y una Noches y Los Miserables en algo que pesa unos 200 gramos más o menos uno no se lo cree todavía. La movilidad y la ligereza son si duda parte de sus atributos.
- Es un aparato electrónico: con todo lo que ello implica; es decir, hay que estar pendiente de la batería, cuidar de que no se moje, si se cae se rompe, si te quedas dormida y lo aplastas se rompe, meterlo en su forro para preservarlo, etc.
- Definitivamente no se puede leer con él en el metro: aunque es más cómodo de agarrar que un libro (y fíjense que de tantos años de practica ya he desarrollado un método casi perfecto para leer en el metro y agarrar el libro con una sola mano) la gente no diferencia entre un Kindle y una tablet, así que después de un breve experimento en el cual fui objeto de todas las miradas del vagón (de probables delincuentes y de simples curiosos) decidí que prefería un futuro en el cual no me viera tratando de explicarle a un ladrón que en ese aparato sólo podría leer libros.
- Notas y subrayados: soy de los que tiene la costumbre de subrayar las partes que más me gustan de los libros, las frases lapidarias o aquellos razonamientos del autor que me asombran. El Kindle te permite hacer anotaciones y subrayados que son almacenados y pueden ser vistos. No se si esas notas pueden ser vistas fuera del Kindle ( si guardo el libro en la computadora después de leerlo) son cosas que aún tengo que averiguar.
- Papel electrónico: el Kindle no tiene una luz "normal" como las tablets, esta hecho en algo llamado "papel electrónico" que no trasmite esa clase de radiación . Con el aparato, al igual que con libro, si apagas la luz ya no ves nada.
- Las búsquedas: buscar algo en el Kindle es mucho más fácil, con recordar una palabra ya se puede buscar el texto en todo el libro en cuestión de segundos.
- Cuánto te falta: normalmente en los libros uno identifica cuánto falta por leer por el grosor de páginas que van quedando hacia adelante, en el caso del Kindle, sus creadores pensaron en esto y al final de cada página está una especie de raya discontinua indicando cuanto has leído y cuanto falta por leer.
- Está hecho por gente a la que le gusta leer: el Kindle está evidentemente diseñado por y para lectores. Tiene protectores de pantalla con la foto de escritores y todas sus funcionalidades están pensadas en agradar a los amantes de los libros. Tiene marcas de libro (para marcar una página) y que visualmente se identifican con la punta del libro doblada y un sinfín de detalles que sólo un lector puede reconocer.
Definitivamente seguiré usando mi Kindle, sobre todo para los viajes (en donde necesite estar ligera) y para leer aquellos libros que no consigo en el País, sin embargo el reemplazo total de los libros impresos por el electrónico lo sigo viendo imposible e impensable.
El placer que da el ir a una librería perderte en las múltiples opciones y salir con tu libro no se equipara a bajarlo por Internet.
Hace mucho tiempo leí que la editora en jefe de Radom House decía que la lectura es una experiencia sensorial, hueles el libro, lo tocas y eso va más allá de un libro electrónico. Agregaría también que le quita algo del misticismo que envuelve la sola lectura y parte de su permanencia en el tiempo.
El Conde de Montecristo estará allí en el Kindle hasta que compre el libro, transcriba las notas y los subrayados y pueda guardarlo entre los libros que leí... despues de todo nada se compara a un libro...