El realismo no es mi teoría de las relaciones internacionales preferida. Usualmente tiendo por pensar en enfoques más cooperativos incluso cuando su aplicación sea un poco complicada. Normalmente creo que el ser humano tiene una naturaleza antropológicamente positiva y que prefiere la paz a la guerra. Sin embargo, desde hace un par de semanas he constatado que este enfoque teórico es útil y ayuda a explicar las interacciones que se dan en una familia.
Los hermanos como los países en el sistema internacional son diferentes y tienen también diferentes potencialidades y recursos. Los hermanos son iguales y necesitan por lo general a un árbitro imparcial que ayude a regular sus relaciones, hasta allí todo chévere.
Lo complicado es cuando el árbitro, al igual que la ONU, depende de la soberanía que los hermanos seden y de los aportes presupuestarios de los mismos para que la Organización siga funcionando. Las decisiones de la Organización dejan de ser vinculantes pasados los años y la voluntad política de cada uno es lo que hace posible suscribir acuerdos y resoluciones, así como su observancia.
Los hermanos se mueven por intereses y siempre hay uno que cree que tienen el derecho de velar por la seguridad mundial, limita a los demás en cuanto a desarrollo de armas de destrucción masiva y pretende tener la moral para criticar las relaciones de los otros Estados con la Organización. Este Estado se la lleva muy bien con la Organización a menos que la Organización lo señale por usar el poder de manera indiscriminada.
Están también los Estados productores de materias primas del tercer mundo, con voces "débiles" y que bailan al son que le toquen. Cuando estos Estados se rebelan el día a día en la Organización es cada vez más complicado.
Tenemos también a los no alineados, esos hermanos que son como Suiza, que viven felices en sus burbujas y que, normalmente, no toman partido. Son los que desempatan la aprobación o el rechazo de las resoluciones hasta que un hermano patea la mesa y amenaza con irse de la ONU, expulsar al otro o fundar una nueva Organización.
Es difícil ser un no alineado sobre todo cuando el venderle petróleo a un hermano, implica aceptar sus parámetros conductuales.
Como en la ONU, creo que en la vida los padres tienen un papel determinante en el diálogo entre hermanos y, como en la ONU, creo que un mecanismo debe ser creado para que las decisiones no se queden en un papel engavetadas en un archivo cualquiera sin ser cumplidas o ratificadas.
Creo también que los hermanos, como los Estados, necesitan un límite a sus propias libertades, ya que el poder absoluto corrompe absolutamente.
La Organización también debe tener cuidado de la manera en la cual emite sus recomendaciones y qué principios toma como bandera para su actuación, ya que la parcialización de su criterio generaría descontentos y pérdida de credibilidad.
A veces creo que las Organizaciones que nacen como integración económica -y que por lo tanto generan sanciones y ventajas económicas y que utilizan normalmente el principio de la nación más favorecida- tienen más capacidad de conquistar logros en otros campos más allá del económico. Por eso creo que en un principio la tutela económica de los padres puede ser usada como uno de los mecanismos de enseñanza en la edad temprana de los niños.
Me gustaría creer en el ámbito personal que ante la existencia de conflictos los hermanos buscarán la cooperación, sin embargo creo que en algunas Organizaciones eso no es posible sin un pasado común consolidado y sin una educación que, utilizando en un inicio mecanismos coercitivos, prepondere la cooperación y sus virtudes sobre los intereses personales.