¿Pueden imaginarse una UCV que no
se encuentre en Ciudad Universitaria o una Aula Magna sin las nubes de Calder?
A mí me cuesta imaginarlo, pero
resulta que unas décadas atrás la Universidad Central de Venezuela no contaba
con un campus integrado, con uno que exudara estética, modernismo y armonía visual
como ahora.
No contaré aquí quién fue Carlos Raúl
Villanueva, ni cuando nació ni qué hizo. Sólo les comentaré esas pequeñas cosas
que hacen que hoy me sienta inmensamente agradecida como Ucevista (ucevista hoy ucevista siempre) y como
venezolana por haberle puesto corazón y cabeza a la Ciudad Universitaria, así
que aquí van las 10 cosas que más me
gustan de la Ciudad Universitaria de Villanueva:
La Tierra de todos: (Tierra de Nadie), específicamente esa lomita
que está al lado de la rampa que comunica Plaza Cubierta con el camino
principal de la Universidad. Tirarse en la grama un día soleado cualquiera con
una chicha en mano es un placer inigualable.
El balcón de la Sala de Humanidades II de la Biblioteca Central:
desde ese balcón se tiene la vista perfecta del campus, la brisa perfecta y el
atardecer perfecto.
Las nubes de Calder: trillado hasta el cansancio, lo sé, pero ¿cómo
no admirar esas estructuras metálicas que le dan al Aula Magna un aspecto de
galaxia? Más aún sabiendo que Villanueva las puso una a una a “oído”, sí,
mientras tocaba una orquesta él decía “ponme ésta aquí, ésta allá…”.
El Reloj: meterse debajo
del reloj y ver el espiral de triángulos que forman sus columnas…
Amphion: mi escultura favorita, tiene de fondo un bimural de
Fernand Leger, no solo me gusta la “pareja” que hacen, sino su significado. Amphion,
dice la leyenda, reconstruyó la ciudad de Tebas después de un incendio con el
canto de su arpa.
El mural de Pedro León Castro: mi mural favorito que, por
desgracia, solo puede ser visto por aquellos que entran a la sala del Consejo
Universitario, describe las etapas de la universidad, la vieja universidad, la
nueva y los símbolos de la ciencia, la técnica y las humanidades. Confieso que
lo vi en mi última semana en la Universidad después de rogarle a una señora de
servicio para que me dejara echar un vistazo.
El pastor de nubes: es la foto obligada de cualquier estudiante de
la Central y de la cual tengo una réplica en miniatura. “Muelita” (como le
dicen muchos estudiantes) es la estrella que opaca al resto en Plaza Cubierta,
su color y su textura, sus formas curvas la hacen gentil sin dejar de perder su
carácter.
El vitral de Fernand Legere en el Bilioteca Central: como odio la
columna que divide el mural en dos, la cortaría yo misma sino supiera que el
edificio se vendría abajo. La iluminación que el mural le otorga al “hall” de
la biblioteca es indescriptible.
Los arcos de entrada de las
Tres Gracias, Ciencias y Plaza Venezuela,
no tengo ni que decirlo… nunca imaginé que el simple concreto, sin pintura sin
ningún ornamento con una forma tan limpia pueda lograr tal perfección.
Por último pero no por eso menos importante…
El mosaico de cristal traslúcido: adoro este material y me encanta
que lo hayan usado para murales, para el suelo de las caminerías principales y
para recubrir los edificios. No saben cómo lamento cada pedacito que se despega
por falta de mantenimiento…
(Fuente de la foto: http://yolandaduarte.blogspot.com/2010/05/flashback.html )
Ahora díganme ustedes…¿tenemos o
no razones para celebrar que tal día como hoy nació Villanueva?