Hace un tiempo leí un artículo en
el diario español El País sobre los “commuters”, un commuter es aquella persona
que emplea una hora o más para llega a su lugar de trabajo. El término se
deriva de la palabra “commuting” y aunque en un principio estaba muy ligado al
uso de transferencias y varios medios de transporte para completar el viaje al
trabajo, ahora se ha generalizado. Un commuter programa su vida en función al tiempo
que le toma llegar al trabajo y volver al hogar y tiene una rutina
preestablecida tal como: tomar el tren a la misma hora, en el mismo lugar,
reconocer en donde se abrirán las puertas o saber cuándo llegará un tren o
autobús a la estación. Generalmente tienen su tiempo medido, incluso entre
estación y estación y puede que usen un cronómetro para perfeccionar su
rutina.
Cuando leí el artículo me di
cuenta en seguida que yo era commuter, sí, una persona que sabe a qué hora debe
salir de su casa para llegar al trabajo y qué hora tienen que marcar los relojes
en cada paso (entrando a la estación, llegando a la transferencia en Plaza
Venezuela, tomando el bus) para saber
que voy a tiempo o si voy dos o tres minutos tarde.
Uso el mismo vagón y casi siempre
me encuentro a la misma gente, no tolero el metro sin un libro y más si hay retraso, tengo caramelos
en la cartera por si acaso alguien se desmaya (una vez me pasó) y me encuentro
casi todos los días con la mujer grosera, vulgar y obstinada que me dijo mil
groserías una vez porque no dejé que se me coleara (colear es ponerse delante
de una persona sin haber llegado antes que ella) en la línea (o cola como le
decimos por aquí).
Y Uds. se preguntarán por qué
escribo todo esto, pues simple: soy una commuter que gasta DOS horas de su vida
diariamente para ir al trabajo y volver a casa pero la verdad es que trabajo a
escasos treinta (30) minutos de mi casa.
En Caracas todos nos hemos vuelto
un commuter, los que tienen automóvil, los que van a pie, los únicos que no
sufren del tráfico y la congestión de los medios de transporte público son los
motorizados, por ahora.
En una ciudad con más de 7
millones de habitantes ubicada en un Valle y, por ende, limitada por montañas,
la infraestructura existente (la cual data de hace más de 20 años) se hace
pequeña para soportar el tráfico de personas que diariamente transitan por su
laberinto.
Autopistas de tres canales o
cuatro cuando mucho, avenidas de dos canales y calles de un canal son parte de
nuestro día a día, eso sin contar que una de las arterias viales más importantes
(la Autopista Francisco Fajardo) es ruta obligatoria para containers que vienen
del puerto de La Guaira y que se dirigen a diferentes partes del país.
El metro, inaugurado en los años
80’ y que ha sido ampliado en los últimos diez años con una estación por año
(haciendo un promedio bastante optimista) y equipado con una flota de trenes
comprada a España; no se da abasto para la cantidad de usuarios que a precio
subsidiado viajan día a día. Los retrasos en el Metro son constantes, vagones y
escaleras dañados (de los cuales he escrito hasta la saciedad en este blog).
A la poca planificación vial se
suma el precio subsidiado de la gasolina que hace que sea relativamente barato
el mantener un automóvil (incluso cuando la importación y producción de los
mismos está fuertemente regulada, esto da material para otro post),
congestionando a aún más las vías existentes y haciendo de Caracas un
estacionamiento.
¿La solución a todo esto? Inversión,
inversión para la expansión de las vías existentes, creación de elevados y
viaductos, inyección de recursos para realmente repotenciar el Metro de Caracas
y, finalmente, una descentralización de las instituciones del Estado para de
esta forma desconcentrar las fuentes de trabajo (al menos aquellas que dependen
de la Administración Pública) y disminuir los habitantes de una ciudad que
geográficamente no puede abarcar más.
Se escribe muy fácil pero sé de
antemano que es difícil, sin embargo, creo que en una década algo de esto pudo
haberse hecho…
Los dejo…mañana me toca mi rutina
de commuter otra vez.
2 comentarios:
Mai, te entiendo perfecto. Yo vivía a 15 minutos de mi oficina (en coche, sin tráfico) y diario hacía más de una hora (en metro y camión) más una hora de regreso. Eso si me iba bien. Últimamente era más como hora y media en cada sentido. Esta ciudad también es un caos: construcciones por todas partes, retrasos, gente, gente y más gente. ¿Será un problema de cómo concibimos la ciudad?
o tal vez el problema sea que no se concibió Yali. Los urbanistas llaman a Caracas "la ciudad retazo" porque fue hecha de a pedacito, no se si por allí están las raíces de la desarticulación...no lo sé...
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