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martes, 25 de febrero de 2014

La Caraqueña del Maní

Meses atrás, gracias a una reseña de la revista El Librero me topé con el título de una novela que indefectiblemente atraería mi atención: “La Caraqueña del Maní”. Dado que la trama descrita me pareció muy atrayente, le pedí a mi querido primo (millones de gracias primo) que me hiciera llegar un ejemplar para leerlo.



Aunque el título de la novela es poético, sonoro y digno de un romance; el suspenso y el terror son las emociones dominantes en cada página que se lee.

La Caraqueña del Maní es adictiva y escalofriante. Narra la historia de un ex miembro de la banda terrorista ETA quién escapando de su violento pasado se refugia en estas tierras caribeñas. Nuestro protagonista (alias Macario) que de día lleva una vida relativamente tranquila, respetable y discreta como trabajador en una editorial, de noche no hace más que tomar ron e ir a El Maní a ver la danza erótica que llevan a cabo estos mulatos y mulatas de sangre caliente.

Los días de Macario transcurren sin novedad hasta que su pasado lo encuentra. A pesar de que esto es lo que más teme; en esta Caracas peligrosa, convulsa y llena de contradicciones hay mucho más que temer

La Caraqueña del Maní refleja la dialéctica social existente, el peligro y lo placentero de la Capital, lo pintoresco y lo sensual. No cabe duda a través de la pintura que hace su autor de El Maní (local de la capital, conocido por ser el hogar de la salsa y en donde han tocado desde Gilberto Santa Rosa hasta Rubén Blades) que el encanto de Macario es el del propio autor (José Luis Muñoz) quién (de acuerdo a las entrevistas que leí posteriormente) fue llevado a este local durante una visita a nuestro país.

La novela fue ganadora del premio "Camilo Jose Cela" Ciutat de Palma y, aunque escrita en el 2007, es fácilmente transportable a la Caracas del 2014.  

Es la primera novela que leo de este autor español (para más señas de Salamanca residenciado en Barcelona) quién según leo en las reseñas es un maestro del género.

Muy bien escrita, salvo unos minúsculos detalles que se los achaco totalmente a la edición, la recomiendo ampliamente.


El autor no tiene Twitter muy activo @58joseluismunoz, sin embargo les dejo su blog que está lleno de actividad interesante aquí:   http://lasoledaddelcorredordefondo.blogspot.com/  

lunes, 17 de febrero de 2014

Entre La Realidad Virtual y la Virtual Realidad

Desde el día 12 de este mes mi rutina ha variado un poco. Ha variado porque después de la convocatoria de la concentración por el Día de la Juventud los focos de manifestaciones de descontento hacia el Gobierno y a las situaciones económicas, políticas y sociales por él generada no han hecho otra cosa que multiplicarse.





Hemos vivido, los venezolanos, días de represión real (cuerpo a cuerpo) y virtual (en casa y en cada pantalla) de manera sostenida e ininterrumpida.



Ha sido por las rendijas del control (aplicaciones desarrolladas para eludir las restricciones en el acceso a algunas páginas, el boca a boca, las transmisiones en vivo de personas particulares y por cadenas) por las que podemos, los que estamos en otras zonas, ver qué está pasando, qué están diciendo, qué pronunciamiento se está dando.


Lo virtual se ha convertido para mí en la realidad.


Es el Twitter el que me dice si la estación del metro estará abierta, si en la zona en la que se encuentra mi trabajo habrá protestas y cuándo y dónde se reunirán otra vez para manifestar.

Son las conversaciones en Whasapp y los post en el Facebook los que me dicen cómo está el país. Son las fotos que veo por los conocidos los que me describen la realidad de ese mundo que aunque parece más lejano está allí a dos o tres estaciones del metro, justo esas que están cerradas para que la gente de a pie, la gente como yo, no lo vea, para que la gente siga de largo al trabajo, para que sea una minoría la que puede decir “con estos ojos lo vi”.

Cuando paso el umbral de la oficina me tengo que “desconectar” (¿o me tengo que conectar?) ocupándome del día a día y despreocupándome del mañana. Entre e-mails, reuniones, conversaciones y cosas qué hacer se van las horas…


La realidad empieza a tener un sinsabor virtual.


Me parece que mi rutina es un juego, un tránsito en el que salto tortuguitas para que no me muerdan pero allí están, sólo basta con dejar de saltar. Surreal y distante cuando sé que allí arriba del túnel que atravieso, en esas estaciones en las que el tren no se para, ha habido (o hay) una batalla.

No sólo en la televisión (primer medio de comunicación en Venezuela) estamos censurados. La necesidad, la búsqueda del pan, la pérdida en el mundo de lo inmediato nos obligan y nos empujan a engranarnos en este mundo virtual.

Nuestra salud mental pareciera que también a veces nos lleva de la mano a satisfacer y embriagar con libros, con origami, con películas esas ansias de ser libres, dopándonos, tomando ese somnífero, para no ser uno de los que engrose la lista de detenidos.

¿Podré soltar la mano de la inmediatez?
¿Me encontrará la realidad mañana?

No lo sé… ya veremos… los dejo, mañana me “levanto” temprano para ir a trabajar.