Desde siempre la gente ha hablado
de política, de los problemas sociales y económicos como si conociera las
respuestas a todas las situaciones, se hacen eco de opiniones y van por allí
diseminando su criterio que blanden como verdades absolutas.
En las ciencias
sociales la verdad es siempre relativa. Creemos saber las causas que originaron
la II Guerra Mundial porque encadenamos hechos, buscamos documentos y
construimos un argumento, sin embargo, a diferencia de las ciencias puras, en
las sociales puede haber diferentes respuestas, diferentes teorías y diferentes
percepciones.
Nos gusta decir que queremos
democracia, nos agrada la palabra y, más en estos tiempos, de un lado y del
otro hemos desvirtuado profundamente su significado. La mayoría cree que la
democracia consiste en acudir a las urnas y elegir al gobernante, habrá el que
agregue “bajo condiciones equitativas, justas y transparentes”, algunos
blandirán la constitución en sus manos y enumerarán otras condiciones y dirán
que la democracia también comprende otros derechos e implica algunos otros
deberes.
Sin embargo, la democracia
implica inexorablemente el respetar la libertad del otro y eso es, con otro
nombre, TOLERAR.
Uno no TOLERA a la persona que le
agrada, a la que piensa igual que uno o la que quiere. Uno TOLERA a la que
piensa diferente, a la que no le agrada y a la que no quiere. Por eso, al
respetar la opinión de otro aunque difiera de la nuestra estamos TOLERANDOLO,
porque, siempre y cuando esta persona no atente contra la vida de otro, no veje
a otro, no injurie ni difame a otro, ni genere contenido que incite al odio y a
la violencia, su opinión y su voz, no tiene por qué ser acallada.
Tiendo a ser una persona positiva
y, los que me conocen, saben que soy bastante crítica y que no estoy de acuerdo
con el actual Gobierno. Creo en la posibilidad de rectificación de las personas
y, aunque no estoy de acuerdo con muchas, este mundo es mucho más enriquecedor
porque personas con diferentes voces están en él.
La TOLERANCIA, no es popular, es difícil
y es incómoda. El día de hoy un conocido en Facebook me criticó personalmente
(poniendo en tela de juicio los años de estudio en mi Alma Mater). Les dejo la
imagen para que la lean aquí.
Lo que esta persona me hizo ver,
es que la TOLERANCIA, ese valor que nos ayudará en los días de construcción del
país que queremos (uno inclusivo, productivo, positivo, en donde haya justicia
y libertad) no es un concepto internalizado por nosotros (entendiendo por
nosotros a la oposición). Creo que si estamos en este lado del tablero es porque
no estamos de acuerdo y no compartimos el proceder de los “rojos” y entonces…
por qué nos comportamos como ellos en el ámbito privado. Es que acaso no es
válido estar fastidiado por no poder dormir, o no es válido estar molesto
porque no puedes comprar algo o porque el corte de cabello no te quedó bien y
expresarlo en tus redes sociales personales? ¿Acaso eso excluye el resto de las
preocupaciones que uno como venezolano tiene día a día en su cabeza?
Tall y como hoy César Miguel Rondón
y Marcel Rasquin comentaban en el programa (refiriéndose a unos talleres de cine)el
hecho de que muchas cosas estén mal y que muchas cosas tienen que hacerse no
significa que otras que ayudan a formar, a construir y a hacer arte no deban
hacerse. No creo que el escribir mensajes incendiarios por el Facebook ni
ofender personalmente a los que escriben estatus con los que no estoy de
acuerdo aporte al país. El desacuerdo es válido y si son mis “amigos” en la red
social asumo que algo de aprecio les tengo y que puedo ventilar la diferencia
sin menospreciar.
El morderse la lengua
y pensar dos veces antes de decir (o teclear) lo primero que se nos ocurre y el
ver la manera de expresar nuestro descontento sin ofender es parte de esa inclusión
y de esa TOLERANCIA necesaria para que exista eso que decimos estar defendiendo
hoy en este país y que llamamos DEMOCRACIA. ¿Cuantos estaremos dispuestos a hacerlo para lograrlo?
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