No le recomiendo a nadie usar el Metro de Caracas en horas pico e incluso en aquellas horas y días que se supone no son “picos” ni laborales. Cuando entramos al Metro debemos, cual gladiadores, estar preparados para una justa en la que puedes recibir golpes, pisadas, arrugar tu ropa, sudar muchísimo y perder tus pertenencias.
Hoy tuve la desdicha de usar nuevamente el Metro para transportarme de Chacaito a mi casa (unas 6 estaciones) y en allí entre la salvajada y los empujones todo se aclaró (metafóricamente hablando): hemos regresado al Estado de Naturaleza.
Tomando los postulados de Hobbes, famoso filósofo político, específicamente su concepto del estado de naturaleza, podemos observar que la causa de la agresividad manifiesta en la calle, la causa de que todos discutamos y peleemos entre todos, no es otra que la inexistencia de un verdadero Estado que nos garantice la seguridad y la supervivencia.
Se supone que en el estado de naturaleza, en donde no hay ley, no hay sociedad y por lo tanto no hay limitación de la conducta individual; los hombres y mujeres viven en guerra constante, luchando por los medios de subsistencia y por aquello que desean en general. Hay desconfianza y la fuerza es lo único que puede proteger al ser humano.
¿Cuántas veces no hemos escuchado el término de “viveza criolla”? ¿Desde hace cuanto no confiamos en la gente que nos tropezamos en la calle? Y ¿Desde cuándo se institucionalizó la violencia y el que otro nos arrebate lo que nos pertenece? ¿Desde cuándo los operadores del Metro nos recomiendan “que estemos atentos de nuestras pertenencias”?.
Eso me recuerda que eso de robar y hurtar es normal en el estado de naturaleza, ya que en ese estado no existe distinción entre lo ajeno y lo propio. Es de cada quién lo que se puede tomar y es de esa persona mientras pueda conservarlo. Tampoco existe la distinción de lo justo y lo injusto.
Entonces, en palabras de Hobbes, “si no se ha instituido un poder o no es suficientemente grande para nuestra seguridad, cada uno fiará tan solo, y podrá hacerlo legalmente, de su propia fuerza y maña para protegerse”. De ahí que las personas estén adquiriendo armas. Sistemas de seguridad, guardaespaldas y seguridad privada para protegerse. La mayoría de los crímenes que suceden en Caracas no son reportados y de los reportados un poco porcentaje llega a resolverse por la poca confianza que se tiene en los organismos de seguridad del Estado.
Hemos llegado a una fase en la que solo podemos valernos por nuestra fuerza y astucia para sobrevivir y en la que ese “pacto social” que limitaba nuestras libertades en la consecución de un estado de paz no se muestra efectivo para asegurar nuestra sobrevivencia, nuestra conservación. Le hemos “entregado” el monopolio de la fuerza al Estado y este no solo es incapaz de protegernos sino que además, con funcionarios corruptos, usa el poder que le hemos dado en nuestra contra.
Podemos decir que la culpa es de la familia, de los medios de comunicación que no imparten valores adecuados y podemos decir que es la educación en nuestras escuelas; pero también gran peso lo tiene el Estado que nos deja indefensos en esta jungla de concreto, en donde todos los días se libra una lucha por la supervivencia en donde solo el más fuerte y astuto puede llegar al siguiente día.
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