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domingo, 20 de marzo de 2011

Nuestra memoria colectiva

Hace un par de semanas estando en el Metro (sí, otra vez yo siendo inspirada por mis vivencias subterráneas), escuché a una pequeña escolar que tendría tal vez unos 7 años practicar con su mamá su parte en lo que parecía ser una exposición sobre fechas patrias. Estábamos en la semana del 4 de febrero (fecha que se ha convertido en efeméride gracias a este gobierno) y la niña narraba la versión oficialista de los acontecimientos (para mis amigos extranjeros que leen esto el 4 de febrero de 1992 se llevó a cabo una intentona golpista fallida en contra del gobierno del entonces presidente Carlos Andrés Pérez, la intentona fue liderada en Caracas por nuestro actual Presidente Hugo Chávez). 

Más allá de lo espeluznante que es escuchar a una niña decir que esa fecha marcó el inicio de la revolución popular (cuando estamos claros que los miles de venezolanos que salieron a saquear lo menos que pensaban era en un ideal trascendental y mucho menos uno socialista), me llamó la atención como llamaba al Presidente de manera familiar y natural como “mi comandante”.

Ya sabía la deformación que este gobierno le estaba haciendo a la educación. La inclusión de contenido inspirado en la ideología más que en las necesidades educativas de los pupilos, el sistema de planificación escolar que ha dejado de lado el trabajo individual privilegiando el trabajo grupal, los programas educativos que incluyen tópicos como el 4 de febrero, Ezequiel Zamora y la Revolución Cubana. Sin embargo esta niña me ayudó a darme cuenta que más allá del nivel educativo y del conocimiento que estos niños estén recibiendo en la escuela, este gobierno está modificando de una manera escalofriante nuestra consciencia colectiva

En 1998 cuando el Presidente llegó a la Presidencia yo estaba en 7mo grado y tendría menos de 13 años. Vagamente recuerdo lo que estaba antes y solo gracias a que la degeneración de los servicios, la hostilidad de aquellos afectos al oficialismo y la disminución de nuestra capacidad de consumo así como la escasez de algunos alimentos y productos he podido darme cuenta que este no ha sido nuestra mejor Administración. Pero para aquellos que eran más jóvenes o que no habían nacido aún no hay patrón de comparación. No hay ni siquiera un recuerdo que les guíe y si el sistema educativo, como vimos, favorece una versión de las cosas (la oficial) sobre otra y nos les dá herramientas para discernir, serán pocos los que puedan formarse un criterio propio. 


Podrán decirme que nuestro sistema anterior favorecía también una versión de los hechos y les daría la razón, sin embargo, parece curioso que dentro del “sistema” anterior el disenso y el verdadero debate eran permitidos. Me llama poderosamente la atención que en el anterior sistema los intelectuales (que eran en buena parte de izquierda) pudieron dar clases sin ser perseguidos, moldear los contenidos programáticos (si lo dudan les invito a ver el pensum de Estudios Internacionales) y manifestar libremente su tendencia política.

El sistema anterior permitió un PCV y no inhabilitó políticamente a Petkoff o a Istúriz (que vamos, este ultimo debe tener una camiseta de cada partido y un record de saltos de talanquera). El sistema anterior también permitía que la editorial Monte Avila imprimiera El Capital y al mismo tiempo Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario y que se presentara Alí Primera y Alejandro Sanz en el Poliedro sin ningún inconveniente.

Temo por nuestra memoria colectiva. Porque si Mario Briceño Irragorry decía que teníamos una crisis de pueblo y que no sabíamos quiénes éramos, me da miedo pensar  cuán perdidos estamos hoy. 

 
Me siento como en la Rebelión en la Granja, con unos cerditos que nos decían que el rentismo petrolero era malo porque lo hacían los de la IV pero que nos están entregando en bandeja de plata a los chinos. Siento que somos menos los que podemos leer cuales eran las metas que nos prometió la revolución y aún menos los capaces de recordar nuestro pasado en esta granja.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Bueno primero lo de que el metro sea tu musa es una realidad, como le dije a una amiga oficialista: deja tu carrito en el estacionamiento unas semanitas a ver si opinas igual sobre la revolución (ella prefiere dejar al marido sin carro antes de meterse en el metro). En el transporte público vivimos la realidad sin ninguna distorsión y por eso no me sorprende.

Segundo, sí es lamentable el adoctrinamiento en los jóvenes, como dices son mentes que no tienen un punto de comparación, pero para mí lo más lamentable es ver y oír a aquellas personas pertenecientes a generaciones anteriores o de nuestra generación que han perdido la capacidad de hablar por sí mismos, sus opiniones no son más que un discurso rallado del presidente y por su puesto nunca puede faltar “la culpa es del imperio” o “la oposición es peor”.

maithé dijo...

Bueno...ambas cosas son terribles, claro que deformar intencionalmente la mente infantil me va a parecer siempre más macabro que una persona adulta que simplemente eligió (dadas unas herramientas básicas adquiridas en la niñez)ser un repetidor de mentiras o aplaudir al encantador de serpientes...Pero sí, de acuerdo contigo Mauricio!

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