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miércoles, 13 de julio de 2011

Sin ideología

Un par de semanas atrás me encontraba tomando un café con un par de amigos. El Presidente todavía no había anunciado que efectivamente padecía de un cáncer maligno y los rumores iban y venían a través de las redes sociales.

Uno de los presentes dijo que el chavismo era fascismo, me opuse rotundamente y argumenté que era más parecido al nacional-socialismo que al fascismo. Después de unos minutos de debate infructuoso Nuloha (sí , tú Nu) dijo sabiamente que la clasificación de derecha o de izquierda en la política venezolana es inservible.
Le tomo la palabra a Nuloha. No solo porque me parece que las fronteras ideológicas se hacen cada día más difusas, sino también porque este gobierno se ha caracterizado por su imprecisión ideológica, la falta de principios partidistas claros y sus contradicciones en  todos los aspectos, todos menos uno: la lealtad.
El chavismo ha dicho que el Socialismo del Siglo XXI es su propuesta ideológica y por encargo se han redactado proclamas, principios y manifiestos de dicha ideología sin lograr que esta coincida 100% con la práctica real.


Así tenemos que para el chavismo es perfectamente normal estar en contra del Imperio pero usar artículos de marca, el símbolo sine qua non de la propiedad privada y del individualismo. Ya que más allá del valor de uso del artículo posee un valor psicológico, le pertenece a alguien más que al que porta la prenda y es factor diferenciador sobre productos similares. Que lleva a un chavista a entrar a las iglesias europeas y tomarse mil fotos sin siquiera pensar en los esclavos que murieron por construir dichos muros. Que hace que vayan a misa para rezar por la salud de su líder sin tomar en cuenta que, no solo “la religión es el opio del pueblo” sino que además es esa Iglesia la que vino con los españoles a América y sometió a la cultura indígena.  

El chavista es fiel al Comandante Chávez. Llora por su recuperación, le reza a lo que cree y sufre de pensar que no pueda tenerlo en un futuro. Y es lógico tener esa desesperación, es que si es Chávez el que define al enemigo, así es como señalo en el pasado a Arias Cárdenas, pero también lo absuelve. Si es Chávez quien decide cual es la versión verdadera de la historia, una “resistencia indígena” desde el 12 de octubre aunque los diarios de Colón claramente decían que los indígenas eran muy amigables (los más amigables los de Venezuela, eh), si es Chávez quien decide cual es el color oficial, dice qué días son feriados nacionales y lo que celebramos en ellos, si es Chávez quien nos dice por qué alcalde y gobernador votar y es por eso que en las campañas la imagen del candidato va de la mano con la del Presidente hasta el punto de que no hay diferencia entre votar por el Alcalde Pedrito Perez del PSUV y votar por Chávez, si es Chávez la encarnación del pueblo, la reencarnación de Bolívar (aunque en realidad Leopoldo López sea el que tiene parentesco con el Libertador). Si es Chávez el objeto del amor de los chavistas (no me digan que no que “por amor” es que le dieron su voto), si todo esto es así, ¿Cómo no sentir que sin él no hay nada?
Así que me dejaré de elucubraciones creativas donde, la verdad,  todo está muy claro: en Venezuela los seguidores de Chávez tienen una ideología: el Chavismo que se basa en un solo principio(parafraseando a Diosdado Cabello): con Chávez todo, sin Chávez Nada.   

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