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domingo, 18 de septiembre de 2011

A la reconquista de Caracas

Seamos sinceros; Caracas se nos fue de las manos. La ciudad de ahora poco se parece a la pequeña que bautizó Diego de Lozada en el siglo XV. Quisimos, como todos los padres y madres del mundo, que creciera sana y fuerte. Que fuera bella y que no se desviara de su naturaleza: una ciudad casi paradisiaca al pié de una montaña, un valle moderno de clima gentil y con habitantes agradables y amables… quisimos todo eso que al final no pudo ser. 



¿Qué le pasó? ¿Cómo terminó en la “ciudad de la furia” la “Sultana del Ávila”, “La Capital del Cielo”?

Como una responsable más solo puedo decir que creo que no le paramos mucho. Creo que le dimos unas directrices por los tiempos de la colonia (esa cuadricula que marcaba la plaza y las calles principales) y luego como en los 70’s (del siglo 19)  y los 50’s (del siglo 20) otras más y ya. La dejamos sin brújula en plena adolescencia. Esa etapa en la que vas descubriendo lo que realmente eres.
 


Ella se alejó de nosotros o nosotros nos alejamos de ella. Estábamos tan ocupados observando como el hombre llegaba a la luna, como el SIDA se propagaba, las guerras mundiales y todo lo demás que nos pareció irrelevante que nuestra Caracas dejara de tener tejas rojas por techos y dejara de escuchar a Billo’s , no notamos que empezaron a aparecer techos de cartón en sus colinas y que por la rendija de su habitación se colara un ritmo de Korn.

Hoy ya ni nos ve a la cara, peleamos todos los días con ella para que trate de hacer las cosas como queremos pero… ¿qué podemos pedirle después de lo que le hemos hecho? (o de lo que no le hemos hecho).

De vez en cuando se porta gentil con nosotros, nos da un arcoíris y una brisilla fresca que nos seca el sudor de tanta brega, nos regala mangos gratis en temporada y nos enseña que en uno que otro rincón todavía sigue siendo nuestra pequeña Caracas la que nos robaba sonrisas. 

Los caraqueños queremos reconquistarla y ella lo sabe. Hacemos festivales, ferias, trancamos calles, para estar con ella, para oírla, para sentarnos en sus plazas, para echarnos en la grama de su Ávila y escucharla con mayor claridad. 

Ella intenta adaptarse, pero con sus calles estrechas de dos canales ¿Cómo albergar a un Por en Medio de la Calle de más de 6.000 personas? Con la inseguridad galopante ¿Cómo estar más tiempo con ella? Con la poca inversión en infraestructura ¿Cómo no molestarse por el tráfico que nos quita horas y horas de convivencia de calidad? Con la pelea que tenemos por tener un espacio aquí, un trabajo y una vida ¿Cómo dejar de mirarnos como enemigos, con ceños fruncidos y caras hurañas?


Ya nosotros decidimos que la queremos de vuelta y ella quiere volver, ¿será que el Gobierno nos ayuda a lograrlo?     

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