No sé nada

Solía pensar, como muchos (creo yo), que la ignorancia es uno de los peores males que aquejan a la sociedad venezolana, sin embargo hoy pienso diferente.

Desde hace muchos años la educación primaria ha ido en descenso, no por la cantidad de niños que la reciben (esos han ido en aumento aunque todavía hay algunos al margen del sistema educativo) sino por la calidad del contenido y la estructura del programa educativo.

Uno de los males que padecemos y que dejará secuelas por muchos años es el “complejo” de suficiencia y preparación que los venezolanos hemos desarrollado de manera vertiginosa en los últimos años apoyados en certificados de preparación malamente obtenidos y expedidos y por la censura que existe en torno al señalamiento de los errores y de la ignorancia ajena.

Al comparar un texto de cualquier materia de 20 años atrás con uno actual (aprobados ambos por el Ministerio de Educación) veremos claramente la disminución del contenido, de la profundidad del mismo y, en el caso de este gobierno, la diferencia ideológica del enfoque. Lo grave es que gracias a los “programas sociales” y a las” instituciones educativas” recientemente fundadas esta malformación educativa ha ascendido alcanzando a aquellos que aspiran a una “educación superior” pero que no tienen la cualificación (o el dinero) para ingresar a las Universidades.

El Gobierno Nacional ha graduado médicos, ingenieros, licenciados de todo tipo que a pesar del interés y compromiso que puedan tener son, en su mayoría, mediocres debido a la educación mediocre a la que han sido sometidos. No niego que puedan existir iniciativas aisladas de superación profesional, sin embargo si para algo están las Universidades es para preparar a profesionales que, el día de mañana, APORTEN a la sociedad nuevos conocimientos, que PROGRESEN para que a través de ellos el país AVANCE también y en general no hay garantía de que el sistema improvisado sea capaz de graduar personas capaces de enfrentarse con problemas reales y resolverlos como ameriten.

La gravedad radica en que estos “médicos”, “profesores”, “licenciados” e “ingenieros”  CREEN SABER y últimamente TODOS EN ESTE PAÍS (no solo los “beneficiados” por los programas sociales gubernamentales) creen saber y como señalar la ignorancia ajena está mal visto y, aun peor, condenado en este contexto en lo cual todo es CONOCIMIENTO, porque el CONOCIMIENTO SE HACE EN EL DÍA A DÍA DE LA SOCIEDAD (sin ningún método de selección o diferenciación), pues salen de las aulas repitiendo o creando barbaridades que mencionan una y otra vez esparciendo mentiras, haciendo tesis que no aportan ningún conocimiento, haciendo generalizaciones basadas en pensamientos anecdóticos y afirmaciones que llaman “científicamente comprobadas” que no son tales.

Tratar de hacerles ver su error es perder el tiempo porque a fin de cuenta carecen de un patrón lógico-racional con el cual puedan evaluar los argumentos dados. Aquí Popper se quedaría estupefacto, porque lejos de quedarse callado el contrincante en la argumentación vive en un universo paralelo en donde EL SABE y repetirá hasta el cansancio argumentos que el otro (haciendo uso de la razón) habrá rebatido.

He estado con personas que dicen ser BILINGÜES y que difícilmente pueden comunicar una oración propiamente en el otro idioma, personas que después de ver “Media Noche en París” son capaces de definir a Fitzgerald, Hemingway y Dalí como “personas famosas de Francia de aquella época”, personas que dan clases de inglés pero que necesitan un curso BASICO de ese idioma en otro país para “afianzar sus conocimientos”, personas que deforman el castellano diciendo "los concertarán cuando sea necesario". 

Por ello he llegado a la conclusión de que lo peor no es no saber, sino creer que se sabe y que el logro inicial de cualquier sistema educativo que se precie de serlo es lograr que el individuo tenga herramientas suficientes para detectar su propia ignorancia y para buscar las respuestas.    

Después de todo, ¿no fue un sabio el que dijo yo solo sé que no sé nada?