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jueves, 13 de enero de 2011

En nuestra “batalla política” la pelea es por el consumidor

Hace un par de semanas conversando con un buen amigo sobre la situación política del país, para variar, llegué a varias conclusiones sobre el objetivo que la oposición debe plantearse en el país.

Los que criticamos a la oposición los culpamos muchas veces de no tener propuestas, de no tener líderes y de carecer de iniciativa, pasando a ser meros “re-actores” o “re-accionarios” a las acciones gubernamentales. Curioso que critiquemos a la oposición de no tener un líder cuando vivimos criticando la actitud casi mesiánica que Chávez tiene con sus seguidores pero reclamamos un mesías de nuestro bando para que “de la talla”. Algunos también pensamos que el proyecto y la opción post-Chávez es lo más importante, sin embargo creo que para el grueso de la población (grueso que no lee ningún Plan de la Nación ni propuesta electoral) esto carece de importancia. Por otro lado, si justamente la oposición se ha definido, hasta ahora, por sus palabras y acciones, como “oposición” (opuesta a Chávez), es normal que hasta cierto punto él dicte la agenda, además, ha habido iniciativas que no han se han sabido o podido capitalizar dentro del estrecho margen de maniobra que el Comandante nos deja.
Había pensado que el objetivo de la oposición era el ciudadano, creí firmemente que la oposición debía educar a venezolano de a pié y hacerlo ciudadano con criterio político, para que entendiera que la distribución del presupuesto nacional afecta el número de camas que habrán en los hospitales y el número de casas que construirá el gobierno, que la ampliación de la inamovilidad laboral tiende a estancar al mercado laboral y que la devaluación no solo afecta a los “oligarcas” que se van de viaje sino también a esa ama de casa que va a comprar los pañales del bebé en el mercadito de la plaza y al autobusero que tiene que recorrer medio país para encontrar el repuesto de la camionetica.
Eso era lo que yo pensaba.
Hoy pienso que dado el control que tiene el gobierno tanto en los espacios públicos como en los privados, la rendija que nos dejan (en el twitter, en el facebook, en los tres o cuatro periódicos impresos y en el único canal “independiente”) no cubre al grueso de la población, inhabilitando, de este manera, a que la oposición siembre esas inquietudes y dudas en la mente del venezolano para convertirlo en el preocupado por la “cosa pública” que se requiere.
Nuestra consciencia política colectiva parece estar todavía en gestación, para ser optimistas; paradójico tomando en cuenta que estamos ya “encariñados” con la democracia como sistema político desde hace unos 50 años (sí, incluyo los de este gobierno porque con todo y lo totalitario la mandarria se la hemos dado nosotros a través del voto).
En cambio, nuestro consumidor está bien desarrollado. El venezolano está acostumbrado a escoger, a tener marcas, a vivir en un medio, “capitalista salvaje”. El lenguaje del consumidor lo entiende cualquier venezolano y creo que allí está una de las fuentes de esperanza de este país.
Al gobierno le ha sido fácil venderle al venezolano eso de “camarada”, “socialismo” y “revolución”. Pero venderle esas marcas extrañas que vende el Mercal, eso sí que le cuesta.
De allí viene la razón por la cual el gobierno empezó a “apropiarse”, digo, expropiar, no solo los medios de producción (de aquellas actividades de “interés social”) sino también las marcas que dentro del fundamento legal de la “expropiación” no son susceptibles de ser objeto de esta medida.
Así fue como Los Andes (fabricante de lácteos) y Fama de América (productora de café molido empacado) permanecieron con la misma fachada a pesar de lo trastocado que quedó todo de puertas adentro y ahora en el Metro podemos ver propaganda con esas marcas “Hechas en socialismo


El Venezolano de los sectores socio económicos más depauperados es el más fiel a las marcas, las marcas no solo le dan estatus y un sentido de bienestar psicológico, sino que le dan estabilidad dentro de la inestabilidad en la que está obligado vivir. La clase media venezolana es más propensa a aceptar una marca “blanca” siempre y cuando el producto satisfaga sus necesidades.
La “felicidad suprema” para el venezolano tiene mucho que ver con la Pirámide de Maslow: comer, tener un techo, estudiar, superarse y sentirse bien consigo mismo. Sin saberlo, para algo tan abstracto e imposible de cuantificar, el venezolano común sí que le tiene un peso y una medida.   
Creo que el grueso de la clase media (y también parte de la clase baja como lo demostraron las elecciones parlamentarias en ciertas zonas) está queriendo algo diferente al Caudillo de Barinas. Sin embargo, tengo la corazonada de que para aquellos que todavía no ven el “meollo” en el que estamos metidos, la escases que se avecina (dada la disminución de las importaciones por parte del sector privado y la incapacidad cada vez más evidente del gobierno para importar alimentos, para manejar los puertos y para mantener los alimentos sin que se pudran), el alza de los precios (por la devaluación de la moneda, que de acuerdo a los especialistas tiene un impacto del 15-18% en la inflación global  y que afecta el 65% del presupuesto de los sectores D y E) y la disminución de la variedad de las marcas (reconocida por el BCV hace un par de semanas) les va a tocar el bolsillo, les va a despertar al consumidor que todos llevamos por dentro (y algunos afuera) y van a añorar ser tratados como el mentado “Capitalismo Salvaje” solía tratarlos. Después de todo, eso de “felicidad suprema” tiene mucho que ver con el estómago.
Así que líderes, futuros líderes, opositores y opositores dentro de la oposición, preparen sus estrategias, el objetivo es el consumidor.

3 comentarios:

DINOBAT dijo...

Buen blog!

Nakkuru dijo...

Excelente artículo! muy acertado lo que dices Mai, a veces hay de ver las cosas con perspectiva y no quedarnos con los discursos donde la causa de nuestros males siempre son los demás.

maithé dijo...

Gracias a ambos por sus comentarios!

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