Antes de comenzar esta entrada siento la necesidad de aclarar varios puntos:
- Me confieso católica de bautismo y pensante practicante.
- No he hecho la comunión, la confirmación, no me confieso y no voy a misa.
- No me adhiero a ninguna otra iglesia, creencia, religión o práctica.
- No soy atea.
- No creo que todas las personas que practican alguna religión hagan lo que describiré a continuación, aunque muchas veces parezcan generalizaciones sé que hay excepciones y conozco a muchos que son parte de dichas excepciones.
Habiendo aclarado esos puntos… comienzo:
Como persona ajena a cualquier práctica religiosa he notado, al menos en algunos de los católicos que me rodean varias cosas que me llaman la atención negativamente y que, más allá de los intentos de muchos de ellos por enrolarme en sus filas de practicantes, me hacen girar el rostro y emprender la huída a toda velocidad. He aquí varios de esos aspectos y las interrogantes que me generan:
- Los alter egos: muchas personas religiosas (no equipararé el término a espirituales porque profesar una religión es muy diferente a ser espiritual, se puede ser las dos cosas al mismo tiempo y se puede ser una o la otra) tienen un alter ego. Uno es el que entra en la iglesia, se entrega al culto, entiende los sermones del padre y se da la paz con el que está sentado a su lado y otra muy diferente es la que día a día comparte con sus familiares y amigos. Los mandamientos, las enseñanzas de Cristo y de los sermones tienen la propiedad de activar el alter ego de esta persona que, lamentablemente no puede soportar el día a día mundano, los golpes de la vida y se transforma en la persona común y silvestre que dice cosas que ameritan más de 20 Aves Marías.
- Vidas paralelas: estas personas tienen una capacidad asombrosa para olvidar lo que han hecho, su pasado y sí, por qué no decirlo en un lenguaje que conozcan, los pecados que han cometido. Lo de “quién esté libre de pecados que lance la primera piedra” al parecer lo entienden de manera literal y como no lanzan piedras sienten que no han hecho nada.
- Desconocimiento a veces total: pareciera que para algunos Fe es sinónimo de desconocimiento, desconocen la historia de su propia Iglesia, las lecturas básicas (la Biblia) y la manera que deben leerla, así como el significado de los sacramentos que practican. No tienen ni idea de quienes son los “dirigentes” de la Iglesia y poco saben de los estudios y de la vida de los Papas, Cardenales y afines. Les otorgan algo tan preciado como la Fe a una institución que a fin de cuentas no conocen.
- El dedo acusador: tienen una capacidad asombrosa de usar su dedo índice, a veces creo que de manera involuntaria. Son Jueces de Paz (aunque a veces parecen de Guerra) de manera vitalicia.
- El asistir a misa como manera de expiar sus culpas: pareciera que creyeran que dedicar un par de horas los domingos es más que suficiente para borrar del “Libro de Vida” lo que han hecho el resto de la semana. El día a día se borra de un plumazo con una repetición (sin internalización y aprehensión) de lo que dijo Jesús (de acuerdo a lo que escribieron los Apóstoles) o algún párrafo del viejo testamento…la verdad dudo que Caronte o Hades estén de acuerdo con eso...
A pesar de todo lo anterior, no puedo negar mi matriz epistemológica y mis circunstancias, creo en Dios y este Dios en ciertos aspectos se parece al Dios descrito en el Nuevo Testamento. No creo en la evangelización (eso de tratar de llamar a otros a la fe) y creo que cada quién escogerá el camino que debe seguir dependiendo de su estado de consciencia, de sus necesidades y de su libre albedrío. Sin embargo, creo que mientras tanto me mantendré en este lado de la acera esperando que un autobús me convenza a subir, leeré de las rutas que me parezcan más interesantes, indagaré para no perder el viaje y creo que si los autobuses siguen pasando abarrotados de gente que actúa como acabo de describir, preferiré quedarme en la parada con un libro que me entretenga en la mano.
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