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sábado, 28 de septiembre de 2013

Vivimos para servir

Esta semana tuve la fortuna de asistir a un curso de Calidad de Servicio en la Universidad Corporativa de la empresa en la que trabajo. El curso, dicho sea de paso, fue dictado por una tipaza fogueada en mercadeo, marketing relacional y con un CV que apabulla a cualquiera. 

En las horas que dura el curso esta  maravillosa mujer nos dejó un montón de enseñanzas, reflexiones, cuestionamientos de nuestra manera de hacer las cosas y muchísimos conocimientos; de todo lo que nos dejó voy a rescatar algo que nos dijo, algo tan obvio y tan fundamental que a veces se nos escapa y que resumió en una frase “Sirvo (de servir, ser de utilidad) si sirvo (de servir, servicio)”.


Y es que todos en nuestros roles, por pequeña o grande que sea nuestra parcela de poder estamos allí para servir. Analizando la información primaria dada por los asistentes, coordinando para que todos los elementos necesarios para el éxito de la operación se den, gerenciando los recursos estratégicos de la empresa (recursos humanos, de capital, etc.) para lograr las metas propuestas o invirtiendo el dinero necesario para mejorar continuamente y de manera sostenida en el tiempo. 



Sin la vocación de servicio el poder se vuelve un fin en sí mismo en la organización y lleva a aquel que lo detenta a actuar de manera contraproducente para los fines colectivos, malgastando y depreciando recursos que bien podrían ser invertidos en aras de construir mejores resultados y empresas más sólidas.

Es esa vocación de servicio la que nos hace reconocer nuestros errores con humildad y comprometernos con encontrar la solución satisfactoria para ese cliente que vemos (en mi caso mis clientes internos) y por aquel que no conocemos (en mi caso ese que está allá en cualquier tienda del Grupo y que será el cliente final).

Tener vocación de servicio no es contestar el teléfono diciendo “a la orden”, tener vocación de servicio es entender que el rol que desempeñamos tiene una sola razón de ser: el cliente, y que por él debemos mejorar nuestros procesos, ser más rápidos, ser puntuales, escoger los mejores productos, pensar en qué le gusta y en qué le gustará aunque no lo sepa, escoger a las mejores personas para que nos acompañen en el viaje, premiarlas y tratarlas bien, empoderarlas.

Es difícil tener vocación de servicio, sobre todo cuando el entorno te golpea a mansalva, sin embargo qué rico es que cuando te preguntan “¿qué has hecho tú para ser único en la mente de tu cliente hoy?” sin mucho esfuerzo recuerdas los “muchas gracias”, los “acudí a ti porque sabía que resolverías” y los rostros de confianza de tus clientes.

Así que gracias Pily por darle nombre a ese fresquito que me invade cuando alguien me dá las gracias y cuando sé que soy útil, se llama servir y… ¡me encanta!

1 comentarios:

Maria del Pilar Modroño dijo...

Speechless!
Me siento bañada en agua de rosas. Wow! Gracias. Dios te bendiga y que esa esencia enriquecedora y bidireccional del servicio sean parte de tu día a día siempre.
Simplemente wow!
Un abrazo enorme,
PILY

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