Poco más de dos meses pasaron
desde el día en que, subiendo por vez primera al Humboldt, mi celular dejó de
funcionar siendo el primer Samsung Mini S4 del país al que se le diagnosticara
formalmente mal de páramo el cual resultó mortal para su tarjeta madre.
Mi joven celular (para mi estaba
apenas entrando en la adultez) me abandonó en este mundo de celulares
inteligentes y gente no tanto (sino vean lo que pactó la MUD hace nada…), dejándome
desprotegida ante los avatares que se suscitan en este país día a día.
Producto de la zozobra que me
embargaba consecuencia de esta pérdida abrupta para la que nadie me preparó y
ya recuperada y habiendo buscado un sustituto que mal que bien cumplirá
(espero) sus funciones, pensé en dejar testimonio escrito de las cosas más reveladoras en las que caí en
cuenta durante estas eternas 1488 horas.
1.
Tu mejor
amigo es el celular: en el mundo moderno el celular es tu mejor amigo, y lo
es porque es el único que está contigo desde que te acuestas hasta que
levantas, se aguanta todo lo que dices (literal), te acompaña a todos lados, te
recuerda lo que tienes que hacer y, lo más importante: te ayuda a conectarte
con los amigos de carne y hueso. Lejos de creer que la tecnología aleja a la
gente, durante estos días me he dado cuenta que la razón de estos dispositivos
es acercar a la gente no importa en donde estén.
2.
No me sé casi
NINGUN número de teléfono: sí… me sé el de mi casa, el de mi hermana del
medio y YA, todos los demás números estaban en mi teléfono. Volví por un tiempo
a las agenditas de bolsillo (MIEDOOOO) de esas que tienen un espacio mínimo
para que entren la mitad de los números escritos en mi letra Arial deforme
tamaño 20.
3.
Y si me
roban y no tengo NADA: ¿saben qué dá más miedo? ¡Que alguien te quiera
robar y no tengas qué dar! ¿qué choro
en este país se va a creer que andas por la vida sin celular?…
4.
Si hice
algo y no lo posteé no existe: yo soy la típica intensa en redes
sociales “hago, posteo, luego existo”… durante estos 62 días tuve que
acostumbrarme a ver una flor maravillosa y no compartirla, a tararear veinte
veces una canción sin actualizar mi estatus del Facebook, a salir a la calle
sin ver el estado del Metro en Twitter y a no poder ver cómo mis amigos me
informan de manera impersonal (a mí y a la humanidad) lo que comieron, qué
hicieron y cómo están… fue como una gran pausa en el espacio.
5.
TODOS ven
su celular cuando comen más de 5 veces: al no tener el celular en la mano
te percatas de que incluso compartiendo una comida en el trabajo TODOS ven ,al
menos 5 veces (sí sí… las conté), su celular por motivos diversos. El celular no
tiene que sonar necesariamente; es como una patología o mejor dicho un acto
reflejo (del que yo debo padecer también).
6.
Es una extensión
mejorada de tu memoria: los recordatorios de los cumpleaños de tus amigos,
tus datos personales, los documentos que seguramente necesitarás, tu cuaderno de
notas, el que te permite validar un dato o nombre en un clic o cuál es la canción
que está sonando. El celular es una ramificación más del cerebro que te apoya
en miles de tareas.
7.
TODOS
asumen que tienes celular y que es inteligente: y por eso nadie llama,
nadie envía mensajes de texto. Todas son etiquetas en Instagram, menciones en
Facebook, mensajes en WhatsApp por lo que la gente da por sentado cuando te
pide el teléfono que se podrá comunicar contigo por esta vía (por ejemplo los
proveedores) y los que están enterados de tu pérdida tendrán lapsus mentis
constantes.
Y por último… si es
tu cumpleaños (que me pasó) no sabrás quién te felicitó sino cuando te sientes
a la computadora porque más de la mitad de las felicitaciones hoy en día son
virtuales…
Por todo esto y más larga vida a los celulares inteligentes que nos
facilitan la vida y nos conectan con la gente. Amén!